domingo, 22 de marzo de 2020


Biografia de Marcel Lefebvre
CARTA ABIERTA A LOS FIELES DE LA FSSPX CON OCASIÓN DEL PRIMER DOMINGO EN CUARENTENA.
Por Dardo Juan Calderón.


¡ALEGRAOS! Nos pide la liturgia este domingo, y refuerza el mandato de ¡alegría! un joven curita que desde La Reja nos incluye en su Misa. En ese  momento  en que rebusco la paz por tantos míos que se encuentran lejos, que correrán peligros por caridad, ya sea en sus funciones de apostolado o por parir nuevos fieles para el Señor, me llega en el móvil, destemplando mi soleada mañana de provincia, un grito de soledad, angustia y desafío, muy propio de aquellos buenos católicos a los que la iglesia del Vaticano II ha ido dejando huérfanos y exiliados; que aun cuando cala muy hondo en mi corazón de amigo, pinta un drama que no es el mío y al que no siento como propio.
Transcribo para ustedes el eslogan (slow gun = grito de guerra) que en pocos párrafos azota las conciencias culposas de estar siendo cobardes:

                                                    
¡QUEREMOS IR A MISA!*

No sé quiénes son los arrebañados acríticos y serviles, que se ponen de acuerdo para aplaudir gritando "¡quedate en casa!". Pero sé algo: mañana, domingo, a las 11 hs, deberíamos asomarnos a lo que fuere -balcón, terraza, ventana, almena, ojiva, parapeto o rosetón- y gritar a voz en cuello: "¡QUEREMOS IR A MISA!". Si el COVID 19 quiere venir, que venga. Es preferible morir por comulgar a Cristo, a la vera del Sagrario, que debajo de un respirador municipal y tóxico. No te quedes en casa cumpliendo la cuarentena de un gobierno asesino y tiránico. Camina  confiado hasta la iglesia “de proximidad”, repitiendo esta jaculatoria: Señor, quédate con nosotros.


Como suele suceder cuando no se han tomado las decisiones prácticas, heroicas, oportunas y valientes, quedan por hacerse nada más que los gestos simbólicos con los que nada se gana, pero que sirven por lo menos para descargar la conciencia y poder mirarnos al espejo.  Nos entristece decirles que no hay “iglesias de proximidad” que los esperen, ni que los reconozcan, que el lobo ha dispersado a sus pastores, y que ese grito desgarrante de “QUEREMOS IR A MISA” debió haberse gritado hace casi sesenta años frente al indigno conciliábulo de los apóstatas, y frente a ese maldito virus del “humanismo” haber dispuesto los remedios adecuados y orgánicos para resguardar la Gracia de los Sacramentos
Que los fieles de la FSSPX nos gloriamos de estar arrebañados y serviles a nuestros Sacerdotes, porque un Obispo Santo, que era un Buen Pastor, escuchó ya hace mucho aquel grito dramático que proferimos ¡QUEREMOS IR A MISA! y nos preservó la liturgia y nos proveyó de Pastores, tomando las medidas prácticas oportunas y necesarias, aún bajo riesgo seguro de ser excomulgado, calumniado por sus pares y confrontado de inoportuno por quienes hoy no tienen a donde recurrir.
Que esos Pastores que rondan estos rebaños, que sabemos fieles, sacrificados y heroicos, no nos dejarán sin sacramentos en estas circunstancias, ni a nosotros, ni a quienes no siendo de su rebaño, los llamen desde su orfandad. Circunstancias que ya sean ajustadas o fraudulentas, tendrán de parte de nuestros Sacerdotes la respuesta de la paloma y de la serpiente, ya para llevar mansamente la tranquilidad a los fieles, ya para no caer en las astucias de los malos que quieren vernos –desencajados o románticos- dejar caer imprudentemente los puentes de nuestros fortines.
Las respuestas católicas deben ser siempre orgánicas y jerárquicas, nos lo enseñó Monseñor Lefebvre, para eso tenemos un Gran Jefe, un Gran Rey, que como mayor bien nos dejó su Iglesia y en ella su Sacerdocio que es Él mismo. De nada sirven las patriadas ni las patrullas perdidas, que cuando llegue el final no nos debe encontrar solos, sino en primera línea la familia bajo el estandarte de la Cruz en manos de un Cura.
Es más ahora que nunca oportuno al acuciante grito…  el gran eslogan:

¡SEÑOR DANOS SACERDOTES! ¡SEÑOR DANOS SANTOS SACERDOTES!

Que la Misa nos vendrá por añadidura.