Por
Dardo J Calderón
El buen Padre Olivera Ravasi
dedicó en el mes de diciembre una parrafada aséptica para que algunos fieles
aquejados de línea media dubitativa (que
están que van y que no van a la Misa Lefe) sigan con las mismas dudas y sumen
otras confusiones.-
A fin de no
tomar partido les deja en peor estado del que parten, “aclarando” que dichas
misas son ilícitas y que sólo habría que concurrir cuando “importantes razones”
hagan pensar que la misa parroquial también es ilícita. Es decir, parece que entre
dos ilicitudes se puede elegir una, pero no se aconseja bien cuál de los
ilícitos se debe elegir. Soy abogado y lo entiendo, en lo nuestro la más de las
veces se trata de aconsejar por el ilícito menor o por lo menos el más
provechoso; pero el Padre se olvida que ya es Juez y que no debe aconsejar
ilícitos de ninguna manera. En buen romance: un Cura no debe aconsejar el
concurrir a ninguna misa ilícita.
El pobre Padre no quiere ganar enemigos ni
entre tirios ni entre troyanos, y lo cierto es que lo que dice no está mal,
sino que lo que está mal es lo que no dice. Porque vale… la Misa Lefe es tan
ilícita como “curar en sábado” y casi tanto como “sacar un burro de un pozo”
ese mismo día. Y lo cierto es que el Cura debería tomarse el trabajo de sacar
burros de un pozo, pero como ahora es ilícito hacerlo todo los días posteriores
al Vaticano II - porque te pelan la cola - allí los deja bien instaladitos. Que
los pobres llevan cincuenta años en dudas con este asunto del Vaticano II y así
parece que seguirán otros cincuenta a pesar de las evidencias; que al principio
era cuestión de finezas bizantinas que se temía penetraran las almas, pero
siguen con las mismas dudas cuando son penetraciones un tanto más groseras y
evidentes.
El asunto es
que las pobres gentes que expresaron sus dudas quedaron peor de como venían,
salvo en eso de que no está mal que pongan una moneda cuando cometen el
ilícito, que después de todo, en la liturgia lícita se trata de ir a comer y no
es cuestión de comer de arriba.
Pero vamos a
lo nuestro; que de mala manera algunos lefes (que tienen la mala costumbre de
no andar con esas mariconadas de las dudas) me andan espetando algunas certezas
un tanto exageradas de que no irían a misa nueva ni así fuera el entierro de la
suegra, y de máximo al atrio si se tratara de relojear alguna parroquiana
bienhechora (¡¡los solteros hombre!!).
Pues bien, si
a las dudas hay que darles dudas, a las certezas demos gusto de aseveraciones
rotundas. Sé que ese asunto de la “licitud” los tiene bien sin cuidado cuandimás
uno anda extrañando redondas y amables excomuniones de parte de los sochantres
que administran las supuestas licitudes, pero, reforcemos… a la misa nueva ni de asomo ni de espía. Que en ese asunto no se
juega la licitud sino la apostasía, pues en buen romance los santos padres
conciliares quisieron con ella acercarse a los hombres (ahora parece que
también quieren arrimarle a las mujeres) y desacralizarla un tanto, o un tanto
profanarla (porque no sé si cachan que una cosa y la otra es lo mismo, pero
parece más lindo lo primero, siendo más acertado lo segundo).
Y vaya con
esto la primer certeza rotunda: la misa nueva “es la profanación de un Misa”,
digo esto de la mejor dada de esas misas, la del curita más buenito y con mejor
intención (que si así no fuera, mal veo el lío que armamos y no alcanzaría el
infierno para nosotros); que las otras, la de los curas de M, son sin más sacrílegas, y más lo son en la medida que
consagran válidamente (que resulta un tanto absurdo eso de andar viendo si las
Misas Lefes son “válidas”, pues peor es que lo sean si son ilícitas. Serían
graves sacrilegios y el Cura estaría en pecado mortal).
Por lo dicho;
al ir a la misa nueva no es cuestión de entrar en dudas si no sería “preferible”
ir a los Lefes, sino que se trata de salir pitando a confesarse por no haber
apaleado al cura. Porque vaya para aquellos a los que el mencionado Cura no
quiso sacar del pozo, que ya decía San Ignacio en sus “discernimientos” que las
dudas vienen del Diablo y que del Buen Dios vienen certezas.
Que una vez asentado este asunto de que “ni por equivocación”; creo que no es
necesario abundar en lo de poner guita en la canasta, pues ya no estarías allí
para hacerlo. Lo cierto es que resulta bizarra la pregunta por la especie de la
limosna en el caso que zanja el susodicho Cura (de si es aceptable el poner
limosna en la Misa Lefe), pues es de suyo evidente que es más importante el que
“estés” en una Misa, que el que pongas unas monedas en la bolsa. Resulta del
todo burgués eso de poder estar con mi mísera persona aprobando un asunto tan
grave, pero salvando esa aprobación desde la negación de mi ilustre billetera. ¡¿El
“ponerla” o “no ponerla” resulta ser el acto que compromete mi ser o que lo
libera de culpa?!. No niego que lo he visto con mis propios ojos y que hay
personajes que salvaban su responsabilidad en la concurrencia y salían orondos
y salvos de cisma por no haber puesto sus dinerillos (pero se entiende porque
eran irlandeses), ¡qué conciencia más ahorrativa!
Ahora bien,
más confuso es el asunto de la concurrencia a la misa “de rito extraordinario”
- que algunos curitas “binorma” celebran para esos bichos complicados a los que
el revoleo de calzones en la curia les ha hecho sospechar que algo tiene que
ver en ello el novus ordo – pero que siguen con eso de la “licitud” dando
vueltas en el mate y allí los tienen bien enredados. Recurriendo a curas que
sólo sacarían el burro del pozo a medias y si cuentan con la aprobación de
Caifás.
En esto nada
reclamo a los fieles que son claramente víctimas, sino a los Curas que lo
hacen, que deberían ver con verdadero espanto el escándalo que están provocando
en las conciencias con sus evidentes contradicciones, en las que bajo
retorcimientos legales pretenden esconder sus tontos escrúpulos, o, en el peor
de los casos, su cobardía y pusilanimidad. De nada me aquejo cuando el cura
cumple con ello dictadas estrategias de contención y deconstrucción de los
perplejos, pues el enemigo es el Enemigo.